Vistas de página la semana pasada

sábado, 2 de febrero de 2013



EL PLEITO DE LAS SALINAS

Esto ocurrió en 1478, pero del mismo modo podría ocurrir en nuestros días, porque han pasado muchos años, pero los hechos se pueden reproducir.
El Duque de Medina Sidonia tenía un criado llamado Diego del Oyo, aunque en otros documentos figura como Diego de Oyón, que solicitó a su amo permiso para montar unas salinas en terrenos de Moguer aprovechando las aguas del río, a lo que el Duque asintió y Diego se puso manos a la obra.
Pero el Duque no había contado con Don Pero Portocarrero, que poseía el señorío de Moguer y explotaba unas salinas de su propiedad en el mismo término, con lo que las que se pretendían montar eran su mas directa competencia. En principio Don Pero intentó arreglarlo todo por las buenas y pidió su intervención al Duque, pero este se mantenía en sus trece y decía que había autorizado a su criado y no cedía en ello, por lo que el Portocarrero trasladó su petición a los Reyes Católicos, que por entonces estaban en Córdoba.
La respuesta no se hizo esperar y el veintiséis de noviembre del mismo año, Don Fernando y Doña Isabel enviaron un documento al Duque de Medina Sidonia en el que le decían que, (no fagais las dichas salinas), “”no hagáis las dichas salinas, y si alguna cosa tenéis hecha en ellas, que sea en la villa de Moguer, los deshagáis todo y en el futuro no consintáis que allí sea hecha cosa alguna. En caso de no cumplir el mandato real, se impondría una multa de diez mil maravedíes.””
Este asunto, al parecer quedó solucionado, porque el Duque de Medina Sidonia accedió a las instrucciones que había recibido y ordenó a Diego del Oyo que inmediatamente fuera desmontado todo el trabajo que se había hecho para instalar las salinas.
Esto, afortunadamente, se arregló, pero cuantos casos como este por el  empecinamiento de alguna de las partes, no llegan a buen fin y se envuelven en pleitos y juicios que, al final, crean serios problemas entre las partes, en muchos casos familias que se ven rotas por esos enfrentamientos y que ya permanecen distanciados de por vida.
¿Cuantas veces, a lo largo de la vida, nos vemos obligados a ceder, en contra de nuestra voluntad, para evitar enfrentamientos que pueden perjudicarnos a nosotros o a terceros.?
                                          Custodio Rebollo

No hay comentarios:

Publicar un comentario