EL PLEITO DE LAS SALINAS
Esto ocurrió en 1478, pero del mismo modo
podría ocurrir en nuestros días, porque han pasado muchos años, pero los hechos
se pueden reproducir.
El Duque de Medina Sidonia tenía un criado
llamado Diego del Oyo, aunque en otros documentos figura como Diego de Oyón,
que solicitó a su amo permiso para montar unas salinas en terrenos de Moguer
aprovechando las aguas del río, a lo que el Duque asintió y Diego se puso manos
a la obra.
Pero el Duque no había contado con Don Pero
Portocarrero, que poseía el señorío de Moguer y explotaba unas salinas de su
propiedad en el mismo término, con lo que las que se pretendían montar eran su
mas directa competencia. En principio Don Pero intentó arreglarlo todo por las
buenas y pidió su intervención al Duque, pero este se mantenía en sus trece y
decía que había autorizado a su criado y no cedía en ello, por lo que el
Portocarrero trasladó su petición a los Reyes Católicos, que por entonces
estaban en Córdoba.
La respuesta no se hizo esperar y el veintiséis
de noviembre del mismo año, Don Fernando y Doña Isabel enviaron un documento al
Duque de Medina Sidonia en el que le decían que, (no fagais las dichas salinas),
“”no hagáis las dichas salinas, y si alguna cosa tenéis hecha en ellas, que sea
en la villa de Moguer, los deshagáis todo y en el futuro no consintáis que allí
sea hecha cosa alguna. En caso de no cumplir el mandato real, se impondría una
multa de diez mil maravedíes.””
Este asunto, al parecer quedó solucionado,
porque el Duque de Medina Sidonia accedió a las instrucciones que había
recibido y ordenó a Diego del Oyo que inmediatamente fuera desmontado todo el
trabajo que se había hecho para instalar las salinas.
Esto, afortunadamente, se arregló, pero
cuantos casos como este por el
empecinamiento de alguna de las partes, no llegan a buen fin y se
envuelven en pleitos y juicios que, al final, crean serios problemas entre las
partes, en muchos casos familias que se ven rotas por esos enfrentamientos y
que ya permanecen distanciados de por vida.
¿Cuantas veces, a lo largo de la vida, nos
vemos obligados a ceder, en contra de nuestra voluntad, para evitar
enfrentamientos que pueden perjudicarnos a nosotros o a terceros.?
Custodio Rebollo
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