DE TERREMOTOS
El terrible terremoto que ha
sufrido Japón, ha originado que entre
los que utilizamos el correo del ordenador se crucen artículos o informaciones
sobre los movimientos de la tierra. Los procedentes de nuestra zona, por lógica
hablan del seísmo denominado “De Lisboa”
ocurrido el 1 de noviembre de 1755.
Sobre este temblor siempre he
estado interesado y he recopilado todo lo que ha caído en mis manos, además de
adquirir varios libros, tanto en español como en portugués, que tratan de ello.
Me decía hace tiempo un amigo
que, la mejor descripción de este terremoto en Huelva, la hace José Antonio de
Armona y Murga, que como contador de Almojarifazgo y Puertos Secos, residía en
nuestra ciudad y fue testigo personal de la gran sacudida que soportó la
población. Lamentablemente este documento esta depositado en un archivo en La Habana (Cuba) y aunque hice
varias gestiones, aún no lo he conseguido.
José Antonio Armona, según
dicen los que han leído el documento, describe que cuando salieron de la misa
de la Concepción ,
ya que era la festividad de Todos los Santos, y enfilando la calle Puerto, las
aves revoloteaban de forma atolondrada y de pronto hicieron un gran silencio a
lo que siguió el temblor
Pero ayer, llegó a mi poder
otro informe, por el que me entero de datos que desconocía, como por ejemplo
que el Convento de la
Victoria , que estaba en la calle Puerto, en el solar que
posteriormente ocupó el Colegio San Casiano y que pertenecía a la Orden de los Mínimos, sufrió
daños que en principio fueron valorados por los expertos nombrados para ello por
el Corregidor de Huelva, en trescientos mil reales de vellón. Que los sufridos
por el Convento de la Merced ,
se valoraron en un millón cien mil reales de vellón y el de Santa Maria de
Gracia, en la Plaza
de las Monjas, se elevaba a seiscientos sesenta mil reales.
.Los datos existentes nos
dicen que lo peor del terremoto de Lisboa, fue su duración, pues aunque los
historiadores no se ponen de acuerdo, fue de mucho tiempo y dada la fragilidad
de la construcción en aquella época, hubo grandes destrozos.
En Lisboa el importante número
de fallecidos fue por “la gran ola” que sacudió después a la parte baja de la
ciudad, la Plaza
del Comercio, donde se había refugiado muchísima gente y que los arrastró hacia
el río Tajo.
Ángel Custodio
Rebollo
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