Es otra historia
Siempre y en mis pequeños escritos siempre he defendido la
importancia que tiene para los onubenses el conocer su historia. Ahora, con la
reforma en la educación que ha propuesto el Ministro Wert, yo tenía esperanza
que en las susodichas reformas, que nos darán que hablar durante bastante
tiempo, se incluyera algo sobre las historias locales, ¡pero no¡, este capítulo
no está incluido.
Vivo en una calle que es como un examen de reválida para todo
el que la escucha. Cuando digo la calle Argantonio, todos me dicen, ¿Antonio?.
Les tengo que rectificar, Argantonio, y a continuación largo mi pequeña
retahíla para que sepan quién era el personaje: Angantonio es un mítico rey de Tartessos y que la leyenda dice que
vivió seiscientos años, lo que me hace pensar que Argantonio era el “apellido”
y fueron varios los de la familia Argantonio que se fueron sucediendo.
Es una pena que, con la riqueza de personajes y hechos que
tenemos o han sucedido en nuestra querida Huelva, pocos sean los que serian capaces
de contestar a alguna pregunta sobre ellos.
Huelva tiene y ha tenido historia. Solo hemos de recordar que
de aquí partió uno de los acontecimientos más importantes de la historia
universal: El Descubrimiento de América.
Eso da pié para mencionar muchos de los nombres de los que fueron, a
conquistar, a evangelizar, a investigar, como colonos, como marineros, como
militares, como labradores, como clérigos, en fin, que marcharon allí muchos
onubenses y, algunos hasta se quedaron, aunque lamentablemente, también fueron
bastantes los que murieron.
Muchas veces he preguntado quienes eran los conios, Rodrigo
Caballero, Doña Betanza o Fray Álvaro Pais y me han mirado con cara, como si yo
estuviera “pirao”.
Creo que haríamos un favor a nuestros descendientes si les
diéramos a conocer esos datos, porque además de enriquecer sus conocimientos,
contribuiríamos a divulgar unos antecedentes que, desgraciadamente, se van
olvidando.
Apliquémonos
la frase que un dio dijo Helmut Kohl; *Un pueblo que no conoce su historia, no
puede comprender el presente, ni
construir el porvenir.*
Ángel Custodio Rebollo
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