EL MAYORDOMO INFIEL
Cuando he estudiado datos sobre Vataça
Lascaris, la princesa griega que en Huelva conocemos con el nombre de “Doña
Betanza”, en la época que era Señora de Huelva, el patrimonio de esta señora en
nuestra zona estaba administrado con poderes como Mayordomo principal y
Administrador general, por un caballero de Gibraleón, persona de confianza de
los Señores de la Cerda ,
propietarios de la villa, llamado Juan Sánchez D´Alcoa, (aunque en otros
documentos se le denomina de Alcobas), con quien Doña Betanza terminó mal
porque cuando le presentó sus cuentas hubo diferencias importantes de gastos
efectuados por Juan Sánchez y rendimientos que no había recibido la Señora.. Por ello además de
nombrar un nuevo administrador llamado Juan Fernández, se presentó pleito ante
la justicia.
Hasta aquí todo normal, no seria éste el
único pleito que a lo largo de los siglos ha habido y hay entre administrador y
administrado. Pero ayer leyendo un documento del I Conde de Niebla, Juan Alonso
de Guzmán, fechado en Niebla el 14 de septiembre de 1373, ordenando poner a
disposición de Catalina Fernández, monja del Convento de Santa Clara de Moguer,
unos terrenos en Lucena, me encuentro otra vez con este personaje, Juan Sánchez
de Alcobas y no por sus virtudes precisamente
Al parecer, según el documento del Conde,
Juan Sánchez, que por lo visto era persona muy influyente consiguió que le
fuese adjudicada en venta una heredad en Lucena, en la que valiéndose de
engaños ante la persona que hacía la venta, no pagó ni la mitad del precio que en justicia correspondía.
Cuando en la hora de su muerte estaba
otorgando testamento, Juan Sánchez confesó lo que, por lo visto, le había
atormentado mucho tiempo y para “ponerse en bien con Dios en sus últimos
momentos” pidió al Conde que se restituyera
la propiedad a la citada Catalina Fernández.
En virtud de este mandato, la monja otorgó
poder en Moguer a favor de Ruy Pérez el Mozo, para que en su nombre tomase
posesión de los bienes por ella heredados en la demarcación de Lucena, que son
descritos con sus términos y linderos en escritura publica ante el escribano de
Niebla, Simón Martínez el 8 de febrero de 1374.
Ángel Custodio
Rebollo
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