laqué o tap le sirvieron para obtener diez días de permiso extras y ser el primer bailarín de claqué de Prado del Rey.
10 noviembre 2014
Ángel Custodio. El “claqué”, también llamado “tap”, es un tipo de baile de salón actualmente, pero que se creó en los Estados Unidos por la unión del baile de los irlandeses y un zapateado de los negros emigrantes. También influyó mucho que a los esclavos negros les estaba prohibido que utilizasen instrumentos musicales de percusión, por lo que tuvieron que servirse de los pies y las manos para sus acompañamientos musicales.
El claqué se unió a los espectáculos y como es natural al cine, lo que hizo que se divulgara por todo el mundo como una danza más. Se formaron escuelas de claqué, aunque donde más lo bailaban era en los barrios negros.
Personalmente y en forma autodidacta, comencé a aprender a mover los pies bailando claque, a lo que me ayudaba mucho el zapateado del baile flamenco que yo también practicaba. Pero fue una amiga extranjera que bailaba muy bien claqué, quien me enseñó varios pasos, a cambio de lo poco que le pude enseñar sobre flamenco y sevillanas.
Pasó el tiempo y como todo españolito de aquella época, al cumplir los veinte años, tuve que marchar a cumplir mi Servicio Militar Obligatorio. Me destinaron al Cuartel de Ingenieros en Prado del Rey, donde actualmente están los estudios de la Televisión Española y entonces es cuando me di cuenta para lo que servía mis conocimientos del claqué.
En los primeros días de instrucción, solicitaron artistas para intervenir en el espectáculo de la “Jura de Bandera”, el día del patrón San Fernando y yo decidí presentarme a la convocatoria. Recuerdo que cuando dije que yo bailaba “claqué”, el cabo primero que nos apuntaba me miró y dijo en voz baja, “¿eso qué es? Después de una aclaración fui admitido porque era la primera vez que se iba a interpretar ese tipo de danza en la fiesta patronal.
A partir de ese día, cuando después del desayuno formábamos para hacer la instrucción, el sargento ordenaba, ¡¡los artistas a ensayar!!
No digo nada, lo que decían entre dientes los que se quedaban cargados con el “Máuser” y desfilando durante tres horas, hiciera frio o calor.
Me trataron a cuerpo de rey, me fabricaron, en la carpintería del cuartel, un pequeño bastoncito que pintaron de negro y a la empuñadura le aplicaron color marfil. (¡¡Una maravilla!!)
Y así es, como mis conocimientos del claqué o tap, me sirvieron para obtener diez días de permiso extras y ser el primer bailarín de claqué de Prado del Rey
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