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martes, 20 de mayo de 2014

YO Y PLATERO Y YO.

Es curioso, pero me ha salido un titulo “capicúa”, porque empieza por yo y termina con otro yo, pero lo hice porque si me decido por “Platero y yo, y yo”, todos creerían que era un error de ejecución.
Este año que estamos  conmemorando el centerio del  libro estrella de nuestro Juan Ramón Jiménez y que, a diario, hay algún acto o alguien escribe sobre el poeta moguereño, a mi me recuerda a mi  época adolescente.
Me explico: Cuando yo tenía la edad reglamentaria para ello,  en un verano, me dijeron que me convenía examinarme para ingresar en el bachillerato al finalizar la época estival y aquí me tienes que en los tres meses de vacaciones preparé mis conocimientos para hacer frente a mis estudios de la llamada segunda enseñanza, con “el examen de grado:”
Escogieron mis padres un profesor, que además era familiar, que había sido “perseguido” en la Guerra Civil por sus libres ideas y  se dedicaba a la enseñanza particular.
En aquel examen de ingreso, una de las columnas que te afianzaban al aprobado, era la gramática y de ella, principalmente el dictado. Creo que si ahora vieran aquellos doctos señores del tribunal, las faltas ortográficas que cometen  los actuales adolescentes, con la utilización, como vehículo de expresión del teléfono móvil, en la que se sirven de un lenguaje abreviado que deja mucho que desear, no aprobarían a nadie.
Pues como decía, el “dictado” y si en él cometías más de tres faltas, era una sentencia  de suspendido la que te aguardaba. Pero a mí, me salvó “Platero y yo”
Mi profesor, que aunque aquí estaba, no sé si prohibido u obligatoriamente olvidado, el libro de Juan Ramón Jiménez, lo tenía en su biblioteca y durante todo aquel verano efectúamos las practicas gramaticales con las andanzas de Platero por las calles y campos moguereños, que además para mi eran muy conocidos porque iba con mucha frecuencia a Moguer e incluso pasaba temporadas,  donde tenía muchos familiares maternos.
Por eso, cuando a Juan Ramón le fue concedido el Premio Nobel, yo me sabia párrafos enteros  de memoria, había conocido donde vivió el poeta en su Moguer natal e incluso, recuerdo que había visto dos cuadros en el Casino, que se decía que fueron pintados por él y que no he vuelto a ver, aunque los he intentado localizar
Esa es pues, mi cariñosa relación con el  libro que ahora se conmemora y del que guardo un grato recuerdo.

                            Ángel Custodio Rebollo

jueves, 8 de mayo de 2014



Bocacio Alonso, de Bollullos del Condado

» Persona muy decidida que se embarcó en la expedición de Hernando de Magallanes, como marinero de la nao “Santiago”. Con Magallanes iba mucha tripulación de Huelva, porque habían reclutado hombres en Ayamonte, Lepe y Moguer y pueblos cercanos.
8 mayo 2014
Un navegante de Bollullos.
Un navegante de Bollullos.
Ángel Custodio. Si  revisamos parte de lo que se ha escrito sobre él, podemos llamarle “Bocacio”, “Ocacio” o “Acacio”, porque por los tres nombres es conocido, aunque me inclino por el primero, ya que los demás, salvo error,  no los he encontrado en el santoral.
Bocacio Alonso, el hijo de Diego Alonso de los Lagares y de Teresa Hernández, había nacido en Bollullos del Condado, según se cree alrededor de 1488.
Persona muy decidida que se embarcó en la expedición de Hernando de Magallanes, como marinero de la nao “Santiago”.  Con Magallanes iba mucha tripulación de Huelva, porque habían reclutado hombres en Ayamonte, Lepe y Moguer y pueblos cercanos.
Pero el 22 de mayo de 1524 la nave se hundió y Bocacio pasó a formar parte de la tripulación de la nao “Victoria”, también como marinero. Al parecer había emprendido el viaje con dinero, que se dedicó a prestar a otros tripulantes. Entre los que recibieron prestamos, tenemos a Martin de Magallanes, vecino de Lisboa y sobrino de Hernando (hijo de su hermana Catalina), que recibió 10.000 maravedíes.  A Martin de Ayamonte, que era grumete de la Nao Victoria, e hijo de los ayamontinos Diego  de Lorenzo y de Maria Lora, facilitó 2.250 maravedíes, y a Cristóbal  de Acosta, de Jerez de la Frontera, a quien entregó 750 maravedíes.
Retrato de Magallanes.
Retrato de Magallanes.
Pero no solo se dedicó a prestar dinero, pues era muy activo y estaba  muy bien considerado por los jefes de los barcos en los que prestó  servicio y fruto de su actividad y predisposición, vivió un gran momento, cuando en unión del lombardero de la nao “Victoria” y del barbero de la “Concepciön”, fue designado por Hernando de Magallanes, para que desembarcasen a tierra  con una chalupa, después de haber penetrado en el estrecho y subieran a una colina en forma de campana, que después bautizaron con el nombre de “Campana de Roldán”, para que vieran por donde seguir la ruta y lo que divisaron al llegar a la cima, fue otro mar, como el Atlántico que habían dejado atrás,  por el que continuaron su ruta. Después de pasar un pequeño estrecho.
Fue uno de los pocos que regresaron a Sevilla, después de tres años, y como Magallanes les había prometido un premio a quienes descubriesen como salid de aquel estrecho, cuando llegaron a la capital hispalense, recibieron 4.500 maravedíes cada uno.

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